Se dice ser la solución, la salvación de nuestro sistema financiero… y si es así ¿por qué le llamamos Malo?
Si va a ser nuestro salvavidas, la liberación, el flotador en medio de la marea, el lucero en el camino… ¿de verdad se merece llamarle “Malo”?? Y ¿qué decir de “los COCOS”? Los bonos COnvertibles COntribuyentes, que son el instrumento que captarán estos millones… ¿nos traerán dolores de cabeza?
Del mismo modo que nos incomoda sentarnos en un FIAT que “Marea”, no nos atrae demasiado que nos identifiquen con un “Pajero” o con un “Jetta”, ni nos compraríamos un coche que “NoVa”…. ¿cabe esperar que alguien quiera invertir en un BancoMalo o en “cocos”? Porque… para que nos salven hace falta que alguien invierta en ellos, ¿no? Porque hará falta que alguien acabe comprando estos activos tóxicos y los convierta en algo más valioso… ¿o es que sólo hay que juntar la basura y esperar que se hunda sola?
No subestimemos el poder de los nombres, ni sólo en el mundo económico – empresarial o emprendedor, sino también en el político… Paremos un momento a reflexionar sobre el verdadero rol de estas herramientas. Hasta este banco se merece algo mejor.
Algo que anime y que refleje su carácter redentor de la economía y la financiación del país. El nombre que le demos seguro que nos puede ayudar a crear mejores augurios para capear el temporal que nos envuelve. Seguro que somos capaces de encontrar otro concepto que nos abra, al menos, un nuevo horizonte de esperanza…¿probamos con otro nombre?