Cervezas artesanas: cuando el nombre es el juego

Rosita, Tyris, La Loca Juana, Happy, Far West, Burro de Sancho… Que si tostadas, afrutadas, fuertes, suaves, picantes o con aromas sorprendentes… llega a España la explosión de las cervezas artesanas.

Un rico mundo de matices y sensaciones que deben dar carácter y perfil a las micro-cervecerías que las elaboran o a los establecimientos que las trabajan y donde la apuesta por los nombres, en aras a comunicar una experiencia inolvidable, se hace valientemente, luchando por destacar y diferenciarse cuando no se cuenta con otros medios masivos.

Elaboradas en todo el territorio nacional (desde Granada a Galicia, de Ciudad Real a Toledo o hasta Pamplona…) las cervezas artesanas chapurrean en su naming desde el castellano más castizo o tradicional, al alemán, al inglés, al slang u otros sorprendentes mestizajes lingüísticos, a veces provocan la irreverencia o el sin sentido, descolocando al consumidor que las aprecia.

El objetivo: conseguir notoriedad, diferencia y nuevos códigos de identidad y comunicación, que empiezan por su propio naming, frecuentemente inspirador de discursos.

Nombres clásicos como Rosita o La Cibeles, Moska de Girona o Boira (Lleida- Niebla en catalán) o anglos como Calvin’s (Madrid), Far West (Almería), Hoppy (abstracto), nombre latinizados como Tyriso VG Noster (Valencia),  La Loca Juana, Pagoa o Baias (País Vasco), nombres germanos (Naparbier), o nombres como MAMOOTH o Mandril…. ¡Quién da más!

Un segmento explosivo en personalidades y en marcas que, ya en una de sus primeras estrategias, apuestan por sorprender, por iniciar una conversación y su relación de entrada a partir del nombre y poder contar una historia que explique su propio credo y experiencia.

Una vez más, una sola palabra da mucho que decir. Es el poder de los nombres.

Y es que la apuesta clara por un nombre valiente, original e inspirado exige una historia y acaba por superar con creces el riesgo de la indiferenciación o de la falta de distintividad, la mayor amenaza para cualquier marca. Porque los nombres valientes son los que pueden construir la oportunidad de decir algo notorio, bien definido, que deja explicar su historia bien y fuerte.

Ser o no ser a través de sus nombres. ¿Qué mejor remedio para una marca fuerte? Ya lo decían los clásicos (Cicerón): “El nombre se convierte en presagio”

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