Crear una marca no es un proceso sencillo y existen una serie de principios universales que deberían conocerse antes de iniciar una marca.

Primero de todo, ésta debe de dotarse de una personalidad y de unos valores que la diferencien del resto. Conseguir que sea única y diferente generará un valor añadido a tus productos y mejorará la percepción de los consumidores.
En el mercado actual, muy competido, los consumidores buscan experiencias y no productos. Por eso, una marca debe ser ante todo social: debe crear momentos y vivencias para el consumidor.
Establecer y reconocer el público al que nos dirigimos también será una de las bases del éxito. Gracias a esta información, la estrategia de branding corporativo que deba diseñarse para la marca será mucho más efectiva. Así, aspectos como la comunicación de marca o el propio naming, deberán ir en consonancia con la personalidad que ésta desea transmitir.
La comunicación siempre debe realizarse de forma alta y clara, aunque se realiza de forma sutil y casi susurrando.La coherencia en el mensaje y en la forma de actuar debe ser total, para no confundir a los consumidores y asegurar la conformación de una personalidad de marca y un branding exitoso.

Crear una marca, por lo tanto, es un proceso que requiere de una investigación de mercado, pero también de un alto componente estratégico. De ahí la necesidad de crear una hoja de ruta bien definida que guíe a la marca en su definición en el mercado. Es lo que se conoce como branding corporativo. Y es que en un mercado global y tan feroz como en el que se mueven las marcas en la actualidad, contar con una personalidad de marca bien definida y que sea capaz de generar una percepción positiva en los consumidores, es vital para su éxito. La calidad del producto o servicio comercializado, por lo tanto, pasa a un segundo plano. El hecho de que un cliente compre o no un producto ya no depende tanto de la calidad del producto, sino del prestigio que lleva asociado su marca.

La realidad psicológica de la marca: fases de desarrollo

Tras realizar una investigación exhaustiva del mercado, que aporte información sobre competidores y necesidades de los consumidores, es necesario iniciar una fase de desarrollo psicológico de la marca. Este proceso consta de los siguientes pasos:

Formular la visión de la marca: en este punto se debe mirar de forma retrospectiva e identificar lo que esa marca es, y lo que quiere transmitir. Esa debe ser la visión que debe establecer el punto de partida a la hora de crear una marca.
Diferenciación: ser diferente a las demás marcas no significa pretender ser la mejor, ya que ese es un concepto muy relativo que depende de la percepción que tengan los consumidores. Por eso, el branding corporativo es una herramienta muy importante para posicionarse ante el gran público.
Segmentación: diferenciar el público o target al que una marca se dirige será primordial al crear una marca. No se puede gustar a todo el mundo, como dice el dicho. En el caso de las marcas esa máxima no es una excepción.
Atributos de la marca: los atributos son las palabras que definen y diferencian a una marca del resto y por las que los consumidores querrán comprar un determinado producto o servicio. Mediante una tormenta de ideas se deberán establecer los atributos que quieren asociarse con una marca, para después estructurarlos en el programa de identidad corporativa.
Personalidad: son cinco los puntos que una marca debe tener en cuenta para crear una personalidad. Los atributos, que representan el valor físico y estructural de los que se compone la marca; los beneficios que recibe el consumidor gracias a la marca y a través de sus atributos; los valores o lo que piensan los consumidores sobre la marca; y finalmente, la personalidad y la esencia, que es la definición de la marca como si fuera una persona.

En definitiva, crear una marca no es un proceso sencillo y requiere amplios conocimientos de branding corporativo. Por eso, es mejor dejar este tipo de tareas a expertos profesionales en la materia.