La denominación de la partícula de Higgs en la más popular partícula de Dios es el claro ejemplo de cómo un eufemismo se convierte, además, en un polémico naming. Salimos de Málaga y nos metemos en Malagón.
La partícula de Higgs o el también llamado bosón de Higgs (que ayuda a explicar por qué existe la masa en las partículas elementales) llegó a nuestras vidas en 2012, cuando los responsables de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, conocida como CERN, anunciaron el descubrimiento de dicha partícula, que existía solamente en teoría desde 1964.
La importancia de probar su existencia quedó patente con la concesión, entre otros muchos galardones, del Premio Nobel de Física en octubre de 2013 a los físicos teóricos Peter Higgs y François Englert, dos de los expertos participantes en su investigación. Pero… ¿Qué hay del naming? ¿Qué es lo que pasó con su denominación en ese casi medio siglo, desde la teorización en 1964 hasta su descubrimiento en 2012? Si la magnitud del hallazgo ha sido y es tan importante para la historia de nuestro conocimiento, ¿por qué su nombre, o uno de los más populares, ha surgido de forma tan poco común? Realmente, la llamada partícula de Dios… ¿está en la línea de la nomenclatura del resto de partículas elementales como el hadrón, bosón, femión, protón, neutrón, etc., por citar algunos, de los que la denominación de la inmensa mayoría proviene del griego o del nombre de los investigadores que los descubrieron? Ya sabéis la respuesta.
¿Cómo surgió el naming de partícula de Dios?
La llamada partícula de Dios, apareció a raíz del libro The God Particle de divulgación científica publicado en 1993 por el físico estadounidense Leon M. Lederman (también Premio Nobel de Física en 1988) y por el escritor científico Dick Teresi. En realidad, el nombre surgió por una broma de los autores, porque en un principio querían que el libro se titulara The Goddamn Particle, algo así como «La partícula puñetera» o «La partícula maldita» (o, siendo más coloquiales, «La puta partícula» o «La partícula de los cojones»), porque ni Dios era capaz de encontrarla (perdonad el chiste fácil), pues los propios autores en el libro la califican de «naturaleza malvada por el gasto (o daño) que está causando».
Pero el editor de Dell Publishing, editorial encargada de la publicación, no dejó que titularan el libro de este modo tan poco decoroso, así que el título final resultó ser The God Particle: If the Universe Is the Answer, What Is the Question? (La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?). ¿De ‘goddamn’ pasamos a ‘God’?…
Así pues, en lo que dura un ponte ahí y estate quieto, un eufemismo pasó a convertirse en un controvertido nombre, voluntaria o involuntariamente, eso sí. Como curiosidad cabe destacar que las editoriales en español lo tradujeron como «La partícula divina».
Cualquier cosa menos partícula de Dios
El grado de desencanto con esta denominación fue, y es, tal que hasta en 2009, con motivo del 80 cumpleaños de Peter Higgs, el periódico inglés The Guardian bajo el epígrafe «Anything but the God particle» («Cualquier cosa menos la partícula de Dios») organizó un concurso para renombrar esta elemental partícula. El nombre ganador no trascendió, pero recomendamos la lectura de los comentarios, porque algunas de las designaciones que se postularon no tienen desperdicio.
Aunque el cataclismo onomástico tuvo su punto álgido entre 2012 y 2013, cuando el CERN anunció su descubrimiento, con la posterior concesión del Nobel de Física a Higgs y Englert y con la megarrepercusión mediática mundial que tuvo, no solo por la magnitud del hallazgo en sí mismo, sino por la denominación que se popularizó y su consecuente polémica. Hasta el propio Higgs ha manifestado en la mayor parte de las entrevistas concedidas el malestar que le ocasiona que la llamen partícula de Dios «porque confunde a la gente al mezclar ámbitos como la ciencia y la teología», aunque considera que la ciencia y la religión «pueden ser compatibles, con tal de que uno no sea dogmático».
Con todo, parece que las aguas han vuelto a su cauce y la denominación generalizada ya se ha establecido como la partícula de Higgs, dándole el honor de formar parte del naming al físico creador real, que no divino, de la teoría de la partícula elemental. Menos mal. Al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios. Dejémoslo ahí…