“El nombre es más que una palabra: puede ser el inicio de una conversación”. Es el mantra que usamos en Nombrand al referirnos a la oportunidad que pueden significar los nombres para construir promesas, posicionamientos, discursos o personalidades atractivas.
Como por ejemplo en numerosas marcas (electrónica LG, seguros Zurich o el whisky Johnnie Walker…), el verbal branding puede partir del mismo nombre (sean siglas, patronímicos u otros distintivos por su construcción), dándole más contenidos, significados y sentido a una marca, aparentemente ajena, vacía o poco distintiva por su nombre, para luego expresarse verbalmente 360º y dar más sentido a todas sus manifestaciones, taglines, promociones, campañas, sistemas de nomenclaturas de sus productos o de la organización (divisiones), brand stories, brand manifiestos, messages, estilos, tonos de voz o lenguajes y un largo etcétera, a los diversos grupos de interés. Un estudio a fondo del caso LG (“Life is Good”) es paradigmático en todo su desarrollo.
Un arsenal estratégico a disposición de los profesionales de las palabras que hoy se haya frecuentemente olvidado o disperso, inconexo, desestructurado. Su poder ayuda a construir la dimensión verbal y comunicacional de su marca y su propia narrativa. Una dimensión nada despreciable.
La resonancia de las declinaciones verbales inspira narrativas y la comunicación
Las palabras, nombres o el marcaje del lenguaje verbal (oral o escrito) son un arma colosal de branding para la construcción de significados, contenidos y mensajes. Al incorporarlos a la propia marca y ser identidad, se extienden automáticamente a todas las expresiones verbales y visuales que apadrinan. Tal es el ejemplo de Vueling (mestizaje) y el lenguaje “mixto” que ya parte de su propio nombre.
Recordemos que el primer elemento para construir relevancia de marca y un posicionamiento es tener significados concretos, potentes, sostenibles y diferenciados. De ahí que las palabras y lo verbal de una marca son un vehículo determinante para hacerlo realidad. Especialmente en marcas sin rumbo o con nombres vacíos (siglas, iniciales o nombres sin motivo), una frase pertinente sí puede ayudar a llenarlos.
No convirtamos nombres extraviados en una oportunidad perdida. En efecto un slogan o el tagline derivado de su propio nombre pueden ayudar de forma decisiva en el conocimiento, reconocimiento, distintividad o significado de una marca. Todo un reto para los namers y branders.
Pocas son las marcas que conciben y utilizan una estrategia verbal bien organizada, planificada, original y distintiva.
¿Por qué tan pocas marcas construyen y mantienen promesas estables en sus estrategias de branding?