Existen ciertos vocablos en el argot periodístico que solo con escucharlos nos sugieren una serie de sensaciones encontradas. Algunos de ellos, incluso, nos revelan peligro e informaciones secretas. Y es que los nombres que se escogen para bautizar casos de espionaje, de informaciones clasificadas o simplemente de actos de corrupción acaban convirtiéndose en una tendencia fácilmente identificable.
Las palabras terminadas en –gate o –leaks han acabado por entrar en el imaginario colectivo y son capaces de transmitir una serie de valores que desde los medios de comunicación se han encargado de transmitirnos. Ocurre lo mismo con las marcas. Al fin y al cabo, el naming de cada una de ellas nos sugiere una serie de valores vinculados a una idea preconcebida – siempre y cuando diseñen una estrategia de branding corporativo adecuada –, además de la propia opinión que nosotros mismos nos conformamos a través de la experiencia de marca que vamos acumulando.
Los naming, por lo tanto, acaban diciendo mucho más de lo que en un principio puede llegarse a pensar.
La importancia de nombrar las cosas con un naming adecuado
Las marcas de todo tipo son conscientes de la importancia que tiene escoger un naming adecuado a la hora de bautizar sus productos. Porque, tal y como ocurre con los nombres asociados a casos de filtraciones informativas, hay ciertas palabras que finalmente acaban interiorizando todo un universo perceptual que hay que tratar de controlar. Esa es, precisamente, la razón por la que asuntos como Wikileaks, Vatileaks, Footballeaks o casos periodísticos tan sonados como el Watergate han terminado por utilizar una serie de palabras que definen una temática concreta. Podría, incluso, establecerse un paralelismo con la arquitectura de marcas que utilizan las empresas para estructurar todos los servicios y productos que ofrecen.
Por norma general, ese tipo de estructuras están relacionados con el naming. De ahí que en muchas ocasiones veamos toda una serie de productos diferentes que mantienen una coherencia gracias al nombre de marca principal que les une. Es decir, siempre existe una pequeña referencia al naming de la marca madre que cohesiona todos los productos y permite al usuario mantener los valores intangibles asociados a una determinada compañía.
En el caso de las investigaciones sonadas como Vatileaks o Wikileaks, que hacen referencia a informaciones clasificadas y confidenciales que ponen en tela de juicio la credibilidad de muchas de las instituciones modernas, se mantiene esa misma estructura a través del naming. El vocablo inglés leaks mantiene la coherencia y hace que para cualquier oyente sea fácil reconocer un caso de corrupción gracias a la nomenclatura utilizada.
En definitiva, el ejemplo de los namings de escándalo vinculados a informaciones periodísticas de alto voltaje se convierte así en un claro ejemplo de la capacidad que tienen los nombres de aglutinar una serie de valores que los usuarios asimilan de forma casi inconsciente. Esa es, precisamente, la razón principal por la que una marca comercial debe tener muy en cuenta la opinión de profesionales del branding corporativo a la hora de escoger un naming concreto. Y es que, si algo confiere personalidad a las cosas, es el nombre con el que se les llama.