(Papá Noel nos pide que hagamos pública esta misiva)
Queridos niños y niñas… de todas las edades:
Os escribo esta carta, que espero que publiquen, porque me han llegado noticias que Nombrand, que se dedica a precisamente a eso, a nombrar, lleva tiempo preguntándose por qué tengo tantos naming en todo el mundo y cuál es el motivo de cada uno de ellos. Comprenderéis que no me exceda demasiado en mis explicaciones, porque en estas fechas tengo mucho trabajo y no quiero llegar tarde a mi cometido.
Ciertamente, he intentado seguir con auténtico interés todo lo que se ha escrito sobre mí todos estos años, por no decir siglos, y he de reconocer públicamente que, en algunos casos, ha sido extremadamente divertido. Se ha puesto en duda hasta mi existencia… ¿os lo podéis creer?
Es verdad que con la llegada del invierno, en todas las culturas, se celebran una serie de festejos, algunos de ellos ancestrales, y parejos a esas fiestas surgieron también una serie de personajes (con los que, en algunos casos convivo, pienso en el Olentzero vasco, el Apalpador gallego, en los Reyes Magos de Oriente, Christkind y tantos otros).
En cuanto a mi figura, se han estudiado y puntualizado muchos aspectos, tanto desde mi apariencia física, mi ropa, si tengo o no acompañantes o ayudantes, y hasta la ubicación de mi residencia, todos ellos muy respetables. Pero… ¿nadie se ha parado a pensar que, posiblemente, yo sea el fruto de la unión de ciertos rasgos de los distintos personajes que se han ido sumando, cada uno en la cultura de cada cual, a lo largo de nuestra historia? ¿Por qué os empeñáis en rechazarme por motivos religiosos o comerciales? ¿Acaso no todo es respetable?
Algunos estudiosos han visto rasgos de Odín en mí, sobre todo por influencia nórdica de mi mito (por aquello del Hold Nickar que es un epíteto que se atribuía a Odín y que se traduciría algo así como ‘incitador a las batallas’); otros ven a San Nicolás de Bari como origen cristiano. He de reconocer que este santo está en el seno de la celebración neerlandesa del Sinterklaas tradicional, que pervivió a los intentos protestantes en el siglo XVI de eliminarlo, en vano, claro.
Se dice que este Sinterklaas neerlandés viajó junto con sus compatriotas emigrantes a EE UU y, una vez allí, fundaron la colonia de Nueva Ámsterdam, actual Nueva York, allá por los siglos XVI y XVII. Ya en el siglo XIX, de manos de Whasington Irving me convertí en Santa Claus, que es una adaptación de Sinterklaas a la pronunciación inglesa. También mi aspecto físico cambió y me convertí en más humano por obra del caricaturista político Thomas Nast.
Cuentan que a mediados del siglo XIX, llegué a Europa convertido ya en Santa Claus, en particular llegué a Inglaterra donde me encontré con Father Christmas que estaba allí desde el siglo XV. Nunca quise competir con él, de hecho en la actualidad somos sinónimos y nos hemos respetado mutuamente. De Inglaterra pasé a la Francia de mediados del siglo XIX y, una vez allí, me fusioné con el Bonhomme Noël, que vestía de blanco y con vivos dorados, y juntos creamos el actual Père Noël, que pasó a España (Papá Noel), Italia (Babbo Natale) y Portugal (Pai Natal), cada uno en su lengua.
Por su parte, en el territorio germano convivimos dos figuras: Weihnachtsman y Nikolaus. Weihnachtsman, literalmente ‘hombre de Navidad’, pervive en el seno de las tradiciones protestantes, mientras que Nikolaus es la variante cristiana, influenciada por san Nicolás de Bari. Por su parte, en los Países Bajos también convivimos dos figuras debido, como los alemanes, a la influencia religiosa, por un lado está Kerstman (literalmente ‘hombre de Navidad’, aunque lo traducen por ‘Papá’) y en contraposición, el tradicional Sinterklaas. Curiosamente en español, como tercera lengua más hablada en el mundo (tras el chino mandarín y el inglés), han adaptado el naming francés… ¿Dónde estaban sus académicos de la lengua para nombrarlo?
No quería terminar sin citar la controversia generada por la campaña publicitaria de Coca-Cola en 1931, con la creación de mi imagen por parte de Habdon Sundblom, debido a la repercusión social que tuvo (y sigue teniendo en la actualidad). No voy a entrar en nimiedades, como el color de la vestimenta, por ejemplo, sino en lo que realmente parece que os importa, que es la visión mercantilista que se hizo (y se sigue haciendo) de mi imagen… y yo me pregunto ¿acaso las religiones no hacen lo mismo? ¿Por qué sus versiones deben ser más válidas que las comerciales?
Claro, que no me extraña que se cree polémica, porque después de ver esta publicación del año pasado en Le Figaro francés en la que se afirma que la marca Papá Noel vale 1600 millones de dólares (si no lo he traducido mal), pues da que pensar…
En cualquier caso, sea cual sea vuestra elección y ya os decantéis por unos o por otros, dejaos atrapar por el espíritu navideño… ¿No?
¡Feliz Navidad!
Joyeux Noël!
Buon Natale!
Feliz Natal!
Merry Christmas!
Frohe Weihnachten!