Maddox, Suri, Vida, Bronx Mowgli… son algunos ejemplos de nombres que han puesto a sus hijos e hijas algunas estrellas del celuloide, de la canción o del deporte…
De entre todas las excentricidades de los famosos que se hacen eco los medios, últimamente destaca por encima de las otras una curiosa tendencia: la de poner a sus hijos nombres, por así decirlo, fuera de lo común.
Elegir nombre: ¿arte o propio destino del nombrador?
Antes de poner algunos ejemplos de lo más manido de nuestros más populares actores, cantantes o deportistas, cabe reflexionar qué criterios elegimos las personas para nombrar a nuestros vástagos.
Damos por supuesto que todo lo que vamos a hacer por el fruto de nuestras entrañas va a ser lo mejor para ellos/as y su porvenir, y el nombre no va a ser una excepción. Entonces, cabe preguntarse cuál va a ser la finalidad, si la hay, de ponerle a los retoños un nombre determinado. En definitiva, qué buscas en un nombre para ponérselo a tus hijos/as.
¿Singularidad y diferenciación respecto a los demás? ¿Discreción y facilidad de integración como criterio adaptativo en el conjunto de la sociedad? ¿Fuerza, belleza, delicadeza…?
Todas y cada una de estas reflexiones pueden haber tenido cabida en las mentes de algunas de las más populares estrellas de nuestro universo mediático, a la vista de los nombres que han ido apareciendo en los medios de comunicación.
¿Todo vale?
Valgan como ejemplo, tanto los hijos biológicos como los adoptivos del matrimonio Angelina Jolie-Brad Pitt: Maddox (‘hijo del Señor’), Zahara (‘flor’ en árabe), Pax Thien (‘paz’ en latín y ‘cielo’ en vietnamita), Shiloh Nouvel (en hebreo ‘paz’ y ‘nuevo’ en francés), Knox Leon (en honor al abuelo del actor) y Vivienne Marcheline (por la madre de Angelina). Todos ellos nombres con significado.
Es probable que para muchos de nosotros, ciudadanos de a pie, nos lleguen a sorprender este tipo de nombres. ¿Originalidad, pedantería, ganas de llamar la atención?
Claro que no acaba aquí la cosa: Tenemos a Gwen Stefani, a quien no se le ocurrió mejor idea que ponerle a su pequeñita Zuma Nesta Rock. Sin embargo, alguien fue más lejos. El hijo de Jason Lee, protagonista de la serie «Me llamo Earl», se llama Pilot Inspektor.
El hecho de estar siempre en el candelero y la casi ausencia de vida pública, ¿hacen que sea imperativo el poner nombres fuera de lo común? ¿O es que el hecho de poner este tipo de nombres es una manera de demostrar al mundo la creatividad de los padres?
Seguimos con el Tour: Michael Jackson, a quien se le ocurrió la idea de ponerle su nombre a todos sus hijos/as. Así tenemos a Prince Michael Joseph Jackson, a Paris Michael Katherine Jackson y a Prince Michael II Jackson, también llamado Blankett. Especialmente digno de estudio el caso de los «Prince», el alías de su antaño máximo rival en las listas de ventas…
Un caso de vertiente más friki: Nicolas Cage. El actor le mostró al mundo su devoción por los cómics poniéndole a su hijo Kal-El, el verdadero nombre de Superman.
Quizás los famosos están hechos de otra pasta, podríamos llegar a pensar, o quizás están más allá de convencionalismos sociales y son completamente libres de poner el nombre que más se adecue a sus creencias o gustos.
El actor Forest Whitaker se lo tomó muy en serio. «Quiero que sus nombres sean su destino, que mi hija sea honesta y mi hijo expansivo. Yo trato de ser como un bosque (‘forest’ en inglés) revitalizador y en constante crecimiento». Por eso a su niña le puso True (‘verdad’) y al niño Ocean (‘océano’). En este caso queda claro que el actor tiene un sentido determinista del nombre en cuanto a lo que se refiere el desarrollo personal y acciones futuras…
El caso Beckham
Muchos y variados son los casos que estamos enumerando, pero en el elenco no podía faltar una familia que ha hecho de la imagen y el marketing una filosofía de vida: los Beckham. A sus ya conocidos Brooklyn, Romeo y Cruz, se sumó el benjamín de la casa: Harper Seven. ¿El motivo del nombre? La hija del futbolista y diseñadora nació el séptimo día de la semana a las 07:55 horas y pesó siete libras. Así lo anunció David en su cuenta de Facebook. Además, el número siete es el que Beckham usó cuando jugó para el Manchester United.
Llegados a este punto, es de lógica preguntarse cómo van a encajar esto los afectados al tener uso de razón. ¿Llevando el nombre con orgullo, resignarse y maldecir a los progenitores, o pedir hora al Registro Civil para el cambio de nombre? Y cómo afectará el nombre a su entorno social: ¿perplejidad en profesores, tutores, y amigos/as? Risas, mofas, bullying…?
Para acabar, una anécdota real y curiosa acerca de las situaciones que se pueden generarse en base a lo comentado.
Robbie Williams llamó Melón a la pequeña hija de Gwyneth Paltrow, que en realidad se llama Apple, duda razonable: ¿por la fruta o por la marca? Todo sucedió durante una cena en casa del cantante inglés cuando Robbie, con toda su buena intención, preguntó a su amiga Gwyneth si «Melon tenía hambre».
Y en vez de pedir disculpas o tomárselo a risa, Robbie echó más leña al fuego espetando: «Esto pasa porque ponéis nombres estúpidos a los niños», sentenció.
Y es que en nombres ya sabemos que, por variedad o diferenciación extremas, no todo siempre vale. La frontera es que el bautizado o nombrado tiene también derecho a una identidad como mínimo no excéntrica, digna y que los padres —por respeto— no deberían vulnerar. ¿Vanitas, vanitatis?