El portavoz de la Liga de Fútbol Norteamericano tuvo que reunirse de urgencia con un alto responsable indígena de los Estados Unidos (de la Oneida Indian Nation) y con una comisión de otros 10 congresistas en referencia al uso de su nombre: los REDSKINS (pieles rojas) de Washington DC.
La comunidad indígena se siente ofendida por la palabra REDSKINS, que la consideran racista y fomentadora del odio y la discriminación. Llevan oponiéndose al registro de este nombre durante años, un término no representativo –argumentan- de los ideales de la América de hoy. ChangeTheMascot.org es su movimiento reivindicativo y está cogiendo mucha fuerza. Hasta el Presidente Obama está meditando sobre la cuestión…
Según una encuesta del Instituto GFK, en Washington, 4 de 5 entrevistados no ven razón para el cambio, lo cual aún calienta más el asunto hacia las minorías.
Otros clubs norteamericanos como los Chicago BLACKHAWKS, los Cleveland INDIANS o los Atlanta BRAVES también con símbolos indios como mascotas, podrían estar también en la picota en breve.
En defensa del statu quo existente de los más políticamente correctos (calificados como hipócritas por otros…) argumentan que lo que se siente al oír esos nombres es admiración y respeto hacia la bravura, valentía y la fortaleza que representan los futbolistas que los abanderan.
El destino del nombre REDSKINS se vincula irremediablemente al siempre volátil destino y resultado deportivo de un equipo.
Económicamente la broma tampoco es baladí: el coste del cambio de marca no bajaría de los 15 millones de euros, además de tener que replantearse todos los contratos de esponsorización en vigor por un cambio de marca, que se ha valorado en 1.7 billones (americanos) de dólares y es la 3ª más valiosa de la Liga NFL de USA… Un dineral en juego.
Una polémica caliente, costosa y embarazosa por todas las consecuencias de una decisión histórica que se ha probado como polémica, aunque inevitable.
Una cuidadosa y exhaustiva validación cultural previa o de seguimiento de los nombres podría haber ayudado, aunque obviamente algo impensable en sus orígenes, hoy día es imprescindible en los procesos de naming.
¿Qué podría pasar en un futuro con nuestros colchoneros, periquitos, etc…?
Y es que cuando se trata de nombres con tanta carga emocional y visceral, en cualquier momento puede estallar una polémica incontrolada e incontrolable, que puede convertirse incluso en un asunto presidencial de estado, por ser Washington, además, Capital Federal.