NÉCORA, GÜRTEL, FAISÁN, PÚNICA, CANDY, MOCHILO… los nombres de las operaciones policiales pueden actuar como marca. A la hora de nombrarlas, descubrimos una voluntad de identificarlas, distinguirlas y reconocerlas fácilmente para un determinado colectivo e, incluso, se constata una intención de permanencia en la memoria social.
Más allá del ámbito anecdótico, hilarante o creativo que puedan sugerir las denominaciones de estas operaciones, se observa una serie de rasgos que denotan una evolución o especialización a la hora de elegir el naming. Asimismo, merecen una mención especial aquellas operaciones policiales que han entrado en «conflicto» con la marca, como por ejemplo, la Operación Linux.
A raíz de la reciente Operación Púnica, en la mayor parte de las redacciones de los medios de comunicación del país, ya sean periódicos, en papel o digitales, agencias de comunicación, blogs o redes sociales ha resurgido y confirmado el interés por saber quién está detrás de la «creación» de estos nombres, cuando menos particulares.
Desde la aparición de la Operación Nécora allá por los años noventa y que tanta repercusión mediática y social tuvo, hasta la actual Operación Púnica, pasando por Gürtel, Malaya, Puerto, Galgo, Colapso, Pokémon, Campeón, Guateque, Abanico, Emperador, Ballena Blanca, Harina, Faisán, Pecado Original , Puzle, Buckingham, Flower Power, Ceres, Morfeo, Deseada, Manolos, Talibán (Taliván), Olímpica, Musaraña, Bola de Cristal, Ninette, Manolos, Astapa y un largo etc., estos «nombradores» ocasionales han debido manejar profusas denominaciones y numerosos criterios que han tenido que pulir y seguir a la hora de nombrar, pues también han sido muy sonados los errores y consecuencias que se cometieron por injerencia en materia de marca, perjudicándolas gravemente.
¿Quiénes deciden el nombre de las operaciones policiales?
Según se desprende de las distintas informaciones publicadas, en origen, son los propios agentes, policías o guardias civiles de las diferentes unidades de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) o Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), los encargados de dar nombre a las operaciones, cuando se inician las investigaciones.
¿Por qué? Muy sencillo. Cuando se remiten los informes de las diferentes investigaciones abiertas al Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), surge la necesidad de que la referencia a esa operación deba ser reconocible por los propios investigadores y la maquinaria judicial que van a trabajar en el caso. Así, debe haber una especie de «código onomástico» de carácter interno que dé a los nombres la identificación suficiente para su reconocimiento, pero, a la vez, esa identificación debe ser lo suficientemente imprecisa para los ojos ajenos, en caso, obviamente, de filtración.
¿Qué criterios siguen para adjudicar el naming?
La creación de esos nombres, que se consideran una herramienta de trabajo por los propios investigadores, en un principio se hacía de forma espontánea, sin seguir ningún protocolo, ni criterio definido previo, aunque sí tenían ciertos límites y que «fueran políticamente correctos», como evitar las referencias a etnias, nacionalidades, aspectos religiosos o sexo, pero con el paso del tiempo se detectan algunos «filtros», entrando en escena los jefes de prensa, que también aportan sus ideas con el fin de «venderlo» mejor a los medios de comunicación. ¿No hay en esto intención de permanencia en la memoria social?
Así, el nombre puede surgir por una asociación de ideas de un agente, pues los criterios sobre los que se basan suelen ser las circunstancias del caso (Operación Musaraña, Pokémon, Ballena Blanca, Puzle), el lugar donde se cometió el delito (Operación Faisán o Nécora), el ámbito delictivo (Operación Harina), las principales personas investigadas (Operación Púnica, Gürtel, Malaya), los efectos robados (Operación Lingote) o curiosidades que rodean el caso (Operación Abanico, Colapso).
Operación Linux: El caso de un conflicto con una marca
A partir del «conflicto» derivado de la denominación de la Operación Linux por injerencia en materia de marca en enero de 2011, quedaron vetados los nombres de empresas, marcas o personas.
Así, hasta el Ministerio del Interior tuvo que publicar un comunicado en el que daba explicaciones y pedía disculpas por la utilización de la marca Linux en relación a la detención de uno de los máximos expertos en informática de la banda terrorista ETA, ante la posibilidad de recibir una o varias querellas.
Necesariamente, nos vemos en la obligación de resaltar este caso, porque a nuestro entender no estamos ante una simple anécdota, porque entraron en territorio de marca. ¿Alguien puede imaginar qué habría ocurrido, legalmente hablando, si se hubiera denominado Operación Windows?
Nomenclatura sobresaturada y tendencias a explorar
Con el paso del tiempo y el incremento de investigaciones, pues hasta la Fundación del Español Urgente (Fundéu) lanzó una recomendación de cómo se debía escribir el nombre de estas operaciones, pues ya tenían carácter oficial (por ciento, en mayúscula y sin resalte tipográfico), los propios investigadores aseguran que en algunos casos han llegado a manejar un número aceptable de posibilidades de nombres para denominar una misma operación.
Para solucionar esta sobresaturación, tanto para un mismo caso, como también para el conjunto de ellos, se observa una tendencia a explorar diferentes ámbitos más asépticos y creativos de inspiración variada como la marina, los nombres de flores, referencias a la mitología grecolatina e, incluso, se recurren a otros idiomas, como el alemán, por ejemplo, en el caso de la Operación Gürtel, y con la última Operación Púnica se acudió al nombre científico en latín Púnica Granatum que se asocia con el apellido del principal implicado.
Bien es cierto que se podrían haber elegido otro u otros mecanismos a la hora de referenciar estas operaciones, como recurrir a códigos numéricos o, como en Gran Bretaña, emplear un programa informático que asignara nombres al azar y creado para tal fin, pero con estas fórmulas de denominación, ¿se conseguiría el reconocimiento interno que se pretende y, por consiguiente, la permanencia en la memoria social? Pensamos que no.
En cualquier caso, los que nos dedicamos al naming y al verbal branding sabemos de la importancia de nombrar y elegir el nombre perfecto, si lo hay. Por eso, pensamos que el lenguaje, a la hora de nombrar, debe ser manejado por profesionales expertos en él y si, además, entramos en el ámbito de la marca, hay que ir con mucho cuidado, porque la broma puede salir cara.
NOMBRES CURIOSOS DE OPERACIONES POLICIALES Y SU ORIGEN
Operación PUZZLE: Investigación que se inicia con un cadáver de la victima en pedazos.
Operación BETÚN: Un caso muy difícil de resolver e inicialmente muy negro.
Operación OLÍMPICA: Delito de alunizaje cometido con un Audi (cuatro círculos olímpicos en su logo).
Operación CAMALEÓN: Acosador por Internet que cambiaba de identidad en 80 casos.
Operación GÜRTEL: En alemán Gürtel significa correa en relación al nombre del principal imputado (Nicolás Correa).
Operación PÚNICA: Con referencia al nombre científico de la granada (púnica grantum) y al imputado: Francisco Granados.
Operación MALAYA: En referencia a la gota malaya que penetraba en la Roca. Juan Antonio Roca principal imputado de corrupción en Marbella